sábado, 22 de noviembre de 2008

Shhhh no hagas demasiado ruido

Shhhh no hagas demasiado ruido, ella no debe enterarse que estoy aquí.
Shhhh no hagas demasiado ruido, quiero mirarme en sus azules ojos, reflejarme en ellos sin que ella pueda verme.
Shhhh guarda silencio, deseo acercarme lo suficiente a ella como para poder oler su cabello.
Shhhh!!!!! No hagas ruido que quiero acercar mi piel a la suya lo suficiente como para sentir el calor que aun emana de ella.
Shhhh no hagas ruido que quiero contemplar su belleza, si fuera posible hasta siempre.
Shhhhhh!!!! Callate!!!! o tendré que matarte a tí tambien...

Visión de una escena en el cuento del Rey Barba Azul.

lunes, 10 de noviembre de 2008

INSECTOS

Hace poco decidí realizar un viaje a un agradable lugar cerca de la ciudad con unos amigos. Allí en aquel sitio resultó haber un insectario y con muchísima curiosidad de conocer los extraños especímenes que allí podríamos ver, nos acercamos.

Recorrí el lugar maravillado de ver semejantes bestias en miniatura. Me impresionaba cada vez que leía la descripción que había de cada uno de ellos. Lo poderosos que podrían ser si no fueran tan pequeños. Fue cuando mas absorto estaba con los insectos cuando mi cuerpo comenzó a sufrir una transformación. A medida que observaba más y más insectos diferentes, más lo sentía. Era como si mis partes sufrieran una conversión a algo. Ya bastante mareado me agache cerca al lago y al ver mi reflejo, mi impresión fue de terror al ver como mi rostro iba adquiriendo forma de insecto. Recordé esa novela en la que un tipo se transforma en insecto y pensé que quizás era solo mi imaginación, solo estaba recreando esa historia para mi mismo al verme entre tanto bicho, quizás eso me hacía mucha gracia.

Sin embargo y a pesar de tratar de convencerme a mí mismo de que era solo mi imaginación, el reflejo de mi rostro en el lago continuaba cambiando y cada vez se asemejaba mas a un escarabajo como los que se encontraban en el insectario. De pronto sentí como mi espalda se rompía, se resquebrajaba, se deshacía al parecer y de adentro de ella emergía un exoesqueleto. En cambio de mí espalda tenía ahora un caparazón y unos cuernos exoesqueléticos que surgieron de donde antes tenía mis omóplatos. Al parecer solo yo percibía aquella impresionante transformación ya que mis compañeros de viaje continuaban como si nada, hablándome de lo interesante de los especímenes y de lo hermoso del paisaje. Una amiga incluso se acerco a mí y me tomo de la mano que ahora se había transformado en una especie de pinza.

¿Acaso no veía ella en lo que me transformaba?

Intente entonces hablarle, decirle que me ayudara, que por favor no permitiera que me transformara en el ser tan repugnante que se aparecía en cuando me asomaba al lago, pero al hacerlo ninguna palabra salía de mi ahora puntiaguda, negra y viscosa trompa. Solo un líquido viscoso y desagradable salía mi otrora boca y cada vez que intentaba decir algo, pedir auxilio, solo veía como ese líquido salpicaba el rostro de mi hermosa acompañante sin que a esta le importase.
Trate de soltarme de su mano, de salir corriendo, de alejarme de ella antes de que se diera cuenta del ser en que me convertía pero mi pinza copada de vellos puntiagudos se había adherido a su buzo y a su mano igual que un velcro.

Intente correr pero mis patas eran incapaces de moverse rápido. Todos aquellos que a mí se acercaban quedaban cubiertos de esa baba, que primero emergía de mi hocico pero que ahora emanaba de todos los orificios de mi caparazón.

Todo aquello que tenía contacto conmigo se infectaba de tal porquería. Me lance al piso con el alma vuelta pedazos, sin poder llorar siquiera porque los insectos no lloran. Me acerque al agua para verme una vez, con la esperanza de que la pesadilla terminara, así, sin más ni más, así mismo como había iniciado. Guardaba aun la esperanza de que solo fuera una invención de mi cabeza, quería creer que solo era un ataque de locura momentánea y que terminaría en cualquier momento. Sin embargo allí seguía en el lago el reflejo del monstruo que ahora era. Tan claro el reflejo, que sentí incluso que la transformación se apoderaba por completo de mí. Ya no era mi cuerpo exterior, sino que sentía como todos mis adentros convulsionaban por efecto del cambio.

Levante entonces la mirada hacia donde mis amigos se encontraban y con terror vi como la asquerosa saliva con la que los había salpicado los transformaba ahora a ellos en terroríficos insectos. No podía creer lo que estaba pasando ahora eran ellos los que mutaban allí en frente mío. Ahora era la boca de ellos la que se transformaba en hocico, ahora era de sus caras que emergían cuernos, ahora eran sus espaldas las que se cubrían de caparazones negros y sus manos y piernas mutaban a pinzas horribles.

No vi en sus rostros ni siquiera un poco desagrado, no vi temor, antes más bien creo haber visto sonrisas.

Si eso fue!!!
Sonreían mientras se convertían en asquerosos escarabajos, sonreían y lo disfrutaban.

No lo podía creer, intente gritarles, ayudar a algunos, pero mientras más lo intentaba mas asqueroso y repugnante era el insecto en el que se convertían. Comencé a vomitar y a revolcarme en el suelo, mi acorazado cuerpo se agitó y de entre mis caparazones comenzó a fluir gran cantidad de viscosidad. Sentí rabia, porque sabía que era mi culpa que todos ellos se convirtieran en monstruos. Sentí impotencia por no poder ayudarles. Y fue en ese momento tirado en el piso, cuando mi transformación terminó y me levante de allí. Abrí mis pinzas y mi hocico y con estos comencé a cercenar los cuerpos de aquellos que me acompañaban. Destroce las cabezas de algunos con mis mandíbulas, a otros los decapite con mis pinzas, y todos los despedace. Todos fueron cayendo uno a uno, algunos se resistieron pero el final fue el mismo final para todos. Uno a uno caían al piso pinzas, pedazos de caparazón, cuernos y más. Yo los había creado y era yo quien tenía que detener su miseria. Esa miseria de la cuál parecían no enterarse aun, esa miseria que muchos parecían disfrutar.

Luego de terminar con ellos intente correr, me moví lo mas rápido que pude y me aleje lo mas que pude de todo aquello. En el camino mi cuerpo era un todo de fluidos viscosos saliendo de entre mi caparazón. Vomité. Una y otra vez vomité. Vomite y de adentro de mi, solo salían insectos y pedazos de estos. Corrí o al menos eso intente, corrí tanto que no recuerdo cuanto fue. Solo recuerdo que las tapas de mi caparazón fueron cayendo una a una, poco a poco, a medida que me alejaba de aquel sitio. Mis cuernos se rompían uno tras otro, y el exoesqueleto se iba deshaciendo en pequeñas costras negras que iban quedando en el camino.

TOMAS